Publicado en Nature: Un estudio numérico desarrollado por españoles explica cómo usar las enanas blancas como cronómetros galácticos fiables

Nuestro Sol acabará sus días siendo una enana blanca, el final de más del 97% de las estrellas que conocemos, estrellas con una masa menor de 10 masas solares. La observación de enanas blancas en una galaxia o en un cúmulo de estrellas permitiría estimar su edad si no fuera porque las enanas blancas son muy débiles y sólo se pueden observar en cúmulos muy cercanos a nosotros, como NGC 6791, y porque muchas enanas blancas presentan una curva de luminosidad que indica que son más jóvenes de lo que deberían ser. Un artículo aparecido en Nature cuyo primer autor es el español Enrique García-Berro ha logrado resolver este último problema y explicar por qué ciertas enanas blancas parecen ser más jóvenes que el cúmulo galáctico en el que se encuentran y comparada los resultados de sus simulaciones numéricas mediante métodos de Montecarlo con resultados experimentales para el cúmulo galáctico NGC 6791. Las simulaciones numéricas detalladas de la evolución de la enana blanca han mostrado que su curva de luminosidad presenta dos picos con un valle entre ellos (ver la figura), valle responsable de que algunas enanas blancas de este cúmulo parezcan más jóvenes de lo que son (unos 6 mil millones de años en lugar de los 8 mil millones de años que tiene el cúmulo). La razón física de este valle es que estas estrellas se enfrían cuando los núcleos del isótopo 22 del neón que se producen en la combustión de helio en lugar de emerger hacia la superficie se hunden en el interior de la estrella, provocando una cristalización y separación de las fases de los núcleos de carbono y oxígeno que allí se encuentran. El nuevo artículo restaura la reputación de las enanas blancas como cronómetros fiables y nos muestra el gran nivel de la astrofísica numérica en nuestro país. El artículo técnico es Enrique García-Berro, Santiago Torres, Leandro G. Althaus, Isabel Renedo, Pablo Lorén-Aguilar, Alejandro H. Córsico, René D. Rohrmann, Maurizio Salaris, Jordi Isern, «A white dwarf cooling age of 8 Gyr for NGC 6791 from physical separation processes,» Nature 465: 194–196, 13 May 2010.

PS (14 mayo 2010): La noticia está bien presentada, aunque con título ambiguo, en «Calculan con precisión la edad de las estrellas,» SINC, 12 mayo 2010. «Un equipo de investigadores internacional, liderado desde la Universidad Politècnica de Catalunya, publica esta semana en la prestigiosa revista científica Nature los resultados de un estudio que abre nuevos caminos para el conocimiento de la evolución estelar, la física de plasmas y, en general, el origen del Universo. El equipo ha encontrado la clave de la evolución de un tipo de enanas blancas

El problema de la energía oscura y el origen de las supernovas de tipo Ia

Galaxias estudiadas con su luminosidad en la banda K, su número predicho de enanas blancas acretando materia, su luminosidad total observada con Chandra, es decir, rayos-X en el rango de 0,3 a 0,7 KeV, y el valor predicho. Debes comparar las dos últimas columnas. (c) Nature.

Una gran sorpresa a nivel cósmico. Las supernovas tipo Ia son las candelas estándar para la determinación de distancias en el universo a distancias cosmológicas, ya que todas presentan una curva de luz que decae en el tiempo de forma muy similar, y son las grandes responsables de que se crea que la energía oscura existe. ¿Por qué explotan las enanas blancas? Todo el mundo pensaba que superaban el límite teórico de Chandrasekhar para su masa debido a que absorbían (acretaban) materia de una estrella compañera. ¿Por qué todas tienen curvas de luz tan similares? Porque todas alcanzaban el límite de Chandrasekhar por debajo de la misma forma y su estado en el momento de la explosión era prácticamente el mismo. Sin embargo, algunos investigadores también habían propuesto la fusión/colisión de dos enanas blancas como posible explicación. ¿Cómo distinguir ambos procesos? En el primero, se observaría una emisión de rayos X debido a la acreción de material mucho más intensa. La solución, recurrir al Observatorio Espacial de rayos X llamado Chandra. Un artículo, publicado hoy en Nature [1], ha encontrado que, al menos en galaxias jóvenes y cercanas, la emisión de rayos X es muy débil, entre 30 y 50 veces menor de lo esperado para el escenario de acreción, por lo que habría que descartar dicho mecanismo y considerar que las fusiones de enanas blancas son el origen principal de las supernovas Ia en estas galaxias. Un resultado completamente inesperado. Una gran sorpresa, ya que se conocen poquísimos sistemas binarios con pares de enanas blancas. Más aún teniendo en cuenta que las simulaciones numéricas indican que la fusión de enanas blancas no permite explicar bien la uniformidad en la curva de brillo de las supernovas Ia que está en la base de su uso para medir distancias cosmológicas. El mecanismo de acreción podría explicar sólo el 5% de las supernovas tipo Ia en galaxias jóvenes, ¿qué pasará en galaxias viejas? Sólo los observatorios espaciales podrán obtener una respuesta definitiva. ¿Afectarán estos estudios a la cantidad de energía oscura predicha en el universo? 

En español os gustará la traducción de Kanijo, «Qué hace que estallen las supernovas,» Ciencia Kanija, 18 Feb. 2010, de un artículo de Space.com [comentarios en Menéame]. 

[1] Marat Gilfanov, Ákos Bogdán «An upper limit on the contribution of accreting white dwarfs to the type Ia supernova rate,» Nature 463: 924-925, 18 February 2010.

[2] «Making the paper: Marat Gilfanov,» Nature 463: 848, 18 February 2010.

En 2008, Marat Gilfanov, un astrofísico del Instituto Max Planck de Astrofísica en Garching, Alemania, fue anotando algunas cifras relativas al resplandor de la emisión de rayos X de algunas fuentes en la galaxia Andrómeda, cuando se dio cuenta de que podría tener la respuesta a cómo se producen las supernovas tipo Ia (SN Ia). Se le ocurrió testear el modelo de acreción de materia en enanas blancas para explicar la explosión utilizando como firma la radiación X de la materia que cae en la enana blanca, una señal distintiva que se observaría hasta 10 millones de años antes de la explosión de la SN Ia. El otro modelo en competencia, la fusión de dos enanas blancas, sólo debería presentar una emisión de rayos X fuerte justo antes de la explosión. Gilfanov afirma que hizo «un cálculo preliminar tipo la «cuenta de la vieja» (back-of-the-envelope) y los números indicaban que habría hasta 3 órdenes de magnitud de diferencia en la emisión de rayos X observada en Andrómeda entre lo esperado por ambos mecanismos.»

Marat Gilfanov, director de la tesis de Ákos Bogdán.

Para estar seguros, Gilfanov y su estudiante de doctorado Ákos Bogdán decidieron estudiar la emisión de rayos X de seis galaxias cercanas, todas «jóvenes» (early-type)que contienen muy poca cantidad de gas neutro y polvo que podría dificultar la observación de los de rayos X de emisión por acreción de las enanas blancas. El resultado ya lo hemos comentado, encontraron un flujo medio de rayos X entre 30 y 50 veces menor que el que se prevee en el escenario de acreción. Su conclusión es que la gran mayoría, al menos el 95%, de las supernovas de tipo Ia en galaxias jóvenes son resultado de la fusión de enanas blancas binarias.

Gilfanov y Bogdan han pasado casi un año estudiando la teoría y los datos experimentales con objeto de tener en cuenta todos los modos de acreción posibles y los diferentes tipos de galaxias. «Muchas veces nos íbamos a la cama pensando «¡hice un gran descubrimiento!,» por a la mañana siguiente, tras volver a verificar los datos, todo se esfumaba en el aire.» Saber que tienes en las manos un artículo que puede ser «la bomba» y que podrías publicar en Nature te obliga a repasar los cálculos y observaciones una y otra vez hasta estar completamente seguro de tus afirmaciones.

Obviamente, este no es el punto final de la historia. El mecanismo responsable de la explosión de supernovas tipo Ia en otros tipos de galaxias podría ser completamente diferente. Más aún, incluso podría ocurrir que los astrofísicos teóricos descubrieran otros mecanismos diferentes para la explosión de las supernovas Ia que expliquen mejor los datos observados. Nos recuerda Gilfanov que «en los modelos por ordenador, los científicos pueden hacer estallar enanas blancas justo por debajo de la masa crítica, pero estas explosiones numéricas a veces se parecen poco a lo que realmente se observa en el Universo.» 

Colisión de dos enanas blancas debido a que la radiación gravitatoria las hace acercarse mutuamente. (C) Nature.

Permitidme que añada que la simulación magnetohidrodinámica de explosiones de supernovas Ia es un problema computacional que requiere una potencia de cálculo sólo alcanzable en los mayores supercomputadores y que estudiar y comparar diferentes mecanismos requiere muchísimos años de trabajo. La primera simulación de una explosión de supernova tipo Ia mediante el mecanismo de fusión de enanas blancas se obtuvo por investigadores compañeros de Gilfanov en el Max Planck y se publicó a principios de este año en Nature [3,4]. Lograron simular por ordenador la colisión entre dos enanas blancas de la misma masa produciendo una explosión de supernova Ia de tipo subluminoso, aunque tuvieron que considerar que la parte exterior de las enanas blancas estaba formada sólo por un material (cuando se suele suponer que contiene dos, carbono y oxígeno) y tuvieron que tomar una masa bastante alta de ~0.9 M (casi la masa del Sol). La curva de luminosidad obtenida por ordenador es muy similar a la observada en supernovas de tipo Ia subluminosas como 1991bg. Sorprendió mucho que la masa de las dos enanas blancas en colisión tenga que ser tan alta, cuando el límite de Chandrasekhar es del orden de 1,4 M. Este tipo de simulaciones tendrán que mejorar mucho en los próximos años para entender, gracias a ellas, cómo explotan el 95% de las supernovas Ia en galaxias jóvenes por colisión de enanas blancas, como el trabajo de Gilfanov parece indicar, la mayoría de las cuales no son del tipo subluminoso.

En español os gustará leer la noticia en Alejandro Tropea, «Explosiones violentas en el espacio. Los astrónomos simulan cómo las estrellas enanas blancas se fusionan y convierten en una supernova,» Universo a la vista, 7 de enero de 2010 (traducción de «Violent explosions in space. Astronomers simulate how white dwarf stars merge and become a supernova,» Max Planck News, January 7th, 2010). Los interesados en saber «¿Por qué no explotan las supernovas simuladas?,» disfrutarán con la noticia de Axxon.com.ar enlazada [que yo quise menear en Menéame pero se me adelantaron].

[3] Rüdiger Pakmor et al., «Sub-luminous type Ia supernovae from the mergers of equal-mass white dwarfs with mass ~0.9M,» Nature 463: 61-64, 7 January 2010.

[4] D. Andrew Howell, «Supernovae: A smashing success,» News, Nature 463: 35-36, 7 January 2010.

Un codiciado objeto de deseo: las enanas blancas ultramasivas

Las enanas blancas ultramasivas, las que tienen una masa superior a 1.1 veces la masa del Sol (M⊙) son uno de los objetos astrofísicos más buscados ya que su cercanía al límite de Chandrasekhar sugiere que son candidatos a una próxima explosión como supernova de tipo Ia. Ver tal explosión en directo es el sueño de muchos astrofísicos ya que permitirá verificar experimentalmente las teorías sobre estabilidad estelar. El satélite Newton y su misión multiespejo de rayos X (XMM) observaron una de masa > 1.2 M⊙ en la binaria de rayos X llamada RX J0648.0–4418, descubrimiento que se publicó en S. Mereghetti et al., «An Ultramassive, Fast-Spinning White Dwarf in a Peculiar Binary System,» Science 325: 1222-1223, 4 September 2009. Esta estrella está acretando materia de su compañera, rica en helio, y es posible que explote como supernova Ia próximamente. Más aún, cuando se acaba de publicar que, gracias a un eclipse de rayos X se ha mejorado la estimación de su masa a 1.28+/-0.05 M⊙ como nos indican los propios autores del descubrimiento S.Mereghetti et al., «The discovery of a massive white dwarf in the peculiar binary system HD 49798/RX J0648.0-4418,» ArXiv, 19 Nov 2009.

No se trata de la enana blanca ultramasiva más masiva, ya que, hasta donde yo sé, el récord lo ostenta LHS 4033 para la que los métodos de paralaje estiman una masa entre 1.310-1.330 M⊙, mientras que los métodos de espectroscopía la dotan de una masa algo mayor entre 1.318-1.335 M⊙, como nos presentaron Conard C. Dahn et al., «Analysis of a Very Massive DA White Dwarf via the Trigonometric Parallax and Spectroscopic Methods,» The Astrophysical Journal 605: 400-404, 2004. Los interesados en este tipo de enanas blancas disfrutarán del artículo de S. Vennes, A. Kawka, «On the empirical evidence for the existence of ultramassive white dwarfs,» Monthly Notices of the Royal Astronomical Society 389: 1367-1374, 12 Aug 2008.

La búsqueda de este tipo de enanas blancas ultramasivas llevará, en mi opinión, a que podamos observar prácticamente en directo una explosión de supernova Ia en la próxima década. Será espectacular comprobar si los modelos teóricos no sólo predicen con exactitud las curvas de luminosidad tras la explosión sino también si predicen correctamente los momentos previos a que se alcance el límite de Chandrasekhar (cuyo valor exacto depende de ciertos detalles de la composición de la estrella que se trate).