El gobierno de «Josemari» (Aznar) separó las becas de investigación, hace años llamadas becas de formación de profesorado y personal investigador, en dos tipos «bien» diferenciados: becas de formación de profesorado universitario (FPU) y becas de formación de personal investigador (FPI). El gobierno de Rodríguez sigue mantenido dicha distinción. ¿Por qué dos tipos de becas predoctorales?
Las FPU son becas que solicita el estudiante, con un proyecto de tesis consensuado con un grupo de investigación que, además de su historial, aporta el C.V. del futuro director. La competencia es a nivel nacional y lo que más pesa es el expediente del alumno, aunque el gobierno de Rodríguez decidió normalizar dicha nota con la media de la carrera para evitar agravios comparativos entre universidades/facultades diferentes.
Las FPI son becas que se conceden a un grupo de investigación para cumplir con los objetivos de un proyecto concreto. El propio equipo investigador selecciona al candidato que considera más adecuado (que debe cumplir unos requisitos mínimos). En la práctica, becas a dedo.
Desde el punto de vista del estudiante de doctorado, ambas becas son del todo similares. Sin embargo, el contribuyente podría sentirse engañado por el «nombre» de las becas. ¿No deberían formar las becas FPU en docencia universitaria? ¿No deberían formar las becas FPI más en investigación que en docencia? De hecho, la mayoría de los doctores acaban impartiendo clases en la Universidad o se insertan profesionalmenteen en el Sistema de Ciencia y Tecnología Español, básicamente el CSIC e institutos de investigación universitarios.
¿Debemos preparar a los estudiantes de grado (durante la carrera) para que aprendan a investigar? Quizás de esta forma podrían incluir en sus C.V. ciertas publicaciones que les den más puntos a la hora de obtener una beca FPU, FPI o equivalente.
¿Debemos preparar a los estudiantes de doctorado (durante su beca FPU o FPI) para que aprendan a enseñar? El C.A.P. y cursos similares se consideran imprescindibles para la docencia en educación secundaria, por qué no también en la universitaria. ¡Tánto se diferencian ambos tipos de docencia!
En la Universidad de Wisconsin-Madison llevan unos años desarrollando el Programa de Docencia para Becarios (Teaching Fellows Program) que pretende desarrollar las capacidades docentes de los becarios de investigación. El foco está en las técnicas de enseñanza basadas en el alumno (os suena «bolonios») y en las técnicas de enseñanza activas, con énfasis en que los estudiantes de grado aprendan a «investigar» de mano de los jóvenes doctores, en sus primeros años como docentes, cuya prioridad es la investigación y no la docencia.
Dicen que la experiencia está siendo un éxito. Así nos lo contaban en Science la semana pasada, Sarah Miller, Christine Pfund, Christine Maidl Pribbenow, Jo Handelsman, «Scientific Teaching in Practice,» Science 322: 1329-1330, 28 November 2008 («Summary: A new generation of university scientists is learning to teach using a scientific teaching approach»). La verdad, el artículo no da muchos detalles. Los autores se ponen unas cuantas «flores» y se vanaglorian del gran éxito que está teniendo la experiencia. La figura de la izquierda muestra la distribución «recomendada» a los becarios de los 50 minutos típicos para la duración de una clase de 1 hora.
¿Cómo medir si el programa está funcionando correctamente? Mediante la nota obtenida por los profesores «primerizos» en las encuestas al alumnado (que en EEUU son más serias y se las toman más en serio que en España). En una escala de 1 de 3, la media de los primerizos se encontraba en 2.0 y la nueva media de los «nuevos primerizos,» tras superar el programa de formación en docencia para becarios, ha subido hasta 2.5. Además, los propios «ahora profesores» destacan que el programa les ha ayudado mucho y están muy contentos por la experiencia.
La información suplementaria online (31 páginas, el artículo «en papel» tiene sólo 2) nos detalle la implementación con la nueva metodología de un curso de biología (incluye temario, casos de estudio, encuentas pasadas a los alumnos, etc.). Para los biólogos puede ser de mucho interés. Para los demás también tiene cierto interés, al mostrar un ejemplo práctico de proyecto docente con cierto detalle. La información suplementaria también incluye información sobre los alumnos que han superado el Programa de Formación como Docentes.
¿Para cuándo una experiencia de este tipo en la Universidad española?
Por cierto, hoy en día fundamental para entender cualquier artículo publicado en Science, Nature y otras revistas de prestigio el leerse la información suplementaria online, ya que lo publicado en «papel» se reduce a un mero esbozo, tipo marketing, del artículo. Como nos comenta Daniel Shriner, «Putting Materials and Methods in Their Place,» Science 322: 1463, 5 December 2008 .
La ciencia es el método científico. Los tabajos publicados deben ser reproducibles, por ello es fundamental que se incluya una descripción detallada de todos los métodos utilizados. La costumbre hoy en día es que aparezcan en la información suplementaria («Supplementary Materials»). Esta información es tan importante para poder entender el artículo que debería estar en el propio artículo. La estructura tradicional de un artículo científico: Introducción, Métodos y Materiales, Resultados, y Discusión, debería preservarse. Ahora muchas revistas recomiendan que la sección de Métodos se relegue a un apéndice o la suplemento.
Las publicaciones científicas, cada día, menos científicas (en aras a ahorrar costes de publicación). Una de las grandes «lacras» de la ciencia moderna.