«Es irónico que sean las normas de la Administración las que impidan poner en marcha un proyecto innovador [para obtener un nuevo fármaco contra el cáncer de pulmón], incluso sin que le cueste un euro al Estado. Luego nos quejamos de que no hay participación privada en proyectos de I+D+I,» escribe Mariano Barbacid.
En España no sólo atraemos estrellas del fútbol para equipos como el Barcelona C.F. o el Real Madrid, también atraemos (de cuando en cuando) a científicos estrella, como Mariano Barbacid, que regresó en 1998 para dirigir el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Se le prometió el oro y el moro, pero la crisis económica nos toca a todos, incluso a las estrellas. Barbacid decidió dimitir de su cargo como director del CNIO hace un año y medio por discrepancias con el Ministerio de Ciencia e Innovación. Sigue siendo director porque el CNIO todavía busca su substituto (el subdirector dimitió para no ser director y pocas estrellas quieren estrellarse en España). Las investigaciones en el cáncer de pulmón del grupo de Barbacid requieren financiación, mucha financiación. La crisis económica no permite que el gobierno le financie dichas investigaciones, al menos como Barbacid cree necesario (es que las estrellas, ya se sabe, son un saco roto). ¿Qué hacer? Un científico estrella a nivel internacional como Barbacid no tiene mayor problema, puede conseguir financiación privada del extranjero a espuertas. Estupendo, para eso trajimos a una estrella como Barbacid. ¿O no?
Pues no. El problema es que el Ministerio que dirige Cristina Garmendia no está de acuerdo con la manera en la que Barbacid quiere recabar dinero, crear una Agrupación de Intereses Económicos (AIE) dentro del CNIO. Según Garmendia el CNIO no necesita una AIE ya que dispone de activos depositados a medio y largo plazo por valor de 58,6 millones de euros «procedente de ayudas recibidas previamente y pendientes de ejecutar» y que Mariano Barbacid «puede disponer de ellos para financiar eventuales proyectos de investigación.» El Ministerio de Garmendia afirma además que «no es el Ministerio quien impide la constitución de una AIE dentro del CNIO, sino la Ley.» La fórmula planteada por Barbacid es ilegal porque una fundación pública, como es el CNIO, no puede formar una AIE, no puede establecer acuerdos que impliquen su participación en una sociedad mercantil.
«Ningún proyecto científico de calidad y de interés prioritario para el país corre peligro de verse frustrado por falta de financiación pública,» según el comunicado del Ministerio de Ciencia e Innovación. ¿Crisis, qué crisis?
Pero España no es jauja. Barbacid afirma que «tenemos financiación para aproximadamente un año y medio, pero no podemos empezar un proyecto que pueda durar cinco o seis años sin tener garantizada la financiación.» El Ministerio de Ciencia e Innovación decidió no renovar la financiación de su programa de investigación. Según el científico, el Ministerio no ha permitido la llegada de casi diez millones de euros de financiación privada debido a un informe jurídico basado en la actual Ley de Fundaciones. ¿Qué merece Barbacid? Un tirón de orejas… El ministerio apunta que las declaraciones realizadas por Mariano Barbacid «son susceptibles de ser interpretadas más allá de los límites de la deontología profesional en la actividad investigadora,» y considera «que revisten la suficiente gravedad como para ser examinadas por el Patronato que gobierna la Fundación CNIO en su próxima reunión.»
El camino para dar con un fármaco contra el cáncer de pulmón puede truncarse por una pelea de sordos entre Barbacid y Garmendia. Y le prometieron el oro y el moro…
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Por cierto, hablando del oro y del moro, me viene a la mente una historia al margen. Los musulmanes residentes en Málaga lograron resistir durante 6 meses el acoso del ejército castellano de los Reyes Católicos (unos 12000 jinetes, 25000 infantes y 8000 soldados, más apoyo). Sin entrada de agua ni víveres, se rindieron el 13 de agosto de 1487. El rey Fernando de Aragón decidió aplicar un castigo excepcional: los 15000 supervivientes fueron convertidos en esclavos. Aunque no es el origen de la frase «quedarse con el oro y el moro» me ha venido a la cabeza esta historia.
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PS (5 mayo 2011): Los interesados en la lectura del Comunicado del MICINN ante las declaraciones realizadas por el doctor Mariano Barbacid, director del CNIO disfrutarán con este enlace (del que extraigo algunas ideas):
«2.1. El programa de terapias experimentales del CNIO fue financiado tal y como lo demandó Mariano Barbacid con 43,78 millones de euros, de los que aún le quedan 8,7 millones de euros por recibir. Posteriormente solicitó un segundo crédito por casi 24 millones de euros más. Las bases de la convocatoria impedían financiar un proyecto al que ya se le hubiera concedido previamente un crédito.
2.2. El Ministerio de Ciencia e Innovación ha preservado en sus presupuestos la financiación pública del CNIO (23 millones de euros en 2011) en un contexto como el actual de ajuste presupuestario.
2.3. El CNIO dispone de activos depositados a medio y largo plazo por valor de 58,6 millones de euros, procedente de ayudas recibidas previamente y pendientes de ejecutar, del que su director puede disponer para financiar eventuales proyectos de investigación.
2.4. (…) El Ministerio, la Abogacía General del Estado y el CNIO trabajan en la actualidad de manera conjunta (la última reunión se celebró el 11 de abril) en la búsqueda de un modelo de colaboración económica con empresas privadas dentro de la legalidad y libre de riesgos, entre los que se encuentran figuras como la Sociedad Anónima o la Sociedad Limitada.
3º.- (…) El MICINN, además, siempre está abierto a la colaboración privada en la financiación de proyectos científicos, lo que no significa que pueda actuar al margen de la ley para que el modelo de financiación adecuado a cada proyecto sea el que más le satisfaga al director del mismo.»