Uno de los artículos más descargados últimamente en PLoS ONE tiene como primer autor a un español (Jordi Duch, de la Universitat Rovira i Virgili) y versa sobre el fútbol, ahora muy de moda con el mundial en pleno curso. Daniel Civantos nos lo resume muy bien en «Identificando a los verdaderos buenos jugadores con análisis de redes sociales,» Cookingideas, 17.06.2010. Obviamente mucha otra gente también se ha hecho eco de dicho artículo, con más o menos éxito, como Eduardo Angulo, «Mundial,» La biología estupenda, 22 Jun 2010, y no sólo en español, «The science of soccer stats,» Cosmic Log, 16 Jun 2010. En la página web del autor principal, Amaral, aparece comentado el artículo («Footballer Rating: Using science to identify true football/soccer stars,» junio 16, 2010) y se mencionan algunos de los muchísimos medios que se han hecho eco de dicho artículo (Jonathan Fahey, «How to find the world’s best soccer players,» Forbes; Rachel Cohen, «Study tries to evaluate performances of players,» AP; etc.).
¿Cuál es el artículo técnico? Obviamente ya lo sabrás (o lo habrás leído): Jordi Duch, Joshua S. Waitzman, Luís A. Nunes Amaral, «Quantifying the Performance of Individual Players in a Team Activity,» PLoS ONE, June 16, 2010. El artículo se centra en la copa de Europa de 2008, pero los autores han aplicado su algoritmo, la duda ofende, al mundial de fútbol de Sudáfrica. Ambos resultados los tenéis en una página web FootBaller-Rating.com que promete estar activa para futuros campeonatos (y supongo que en el intríngulis mejorarán el algoritmo).
No quisiera dejar de mencionar que PLoS ONE (Public Library of Science One) es una revista de Pay Per Publish. Cuesta 1350 dólares publicar un artículo en PLoS ONE. No es caro, pero tampoco es barato. Lo bueno es que este año ya tiene índice de impacto, 4’351, en el primer cuartil de la categoría de Biología. Ciertamente es una revista bastante citada (sus autocitas sólo representan el 8% del total, con lo que sin autocitas su índice de impacto bajaría a 4’0). Sin embargo, esta revista es todo un coladero. El 70% de los manuscritos enviados son aceptados para publicación. Un congreso internacional con esta tasa de artículos aceptados se considera un timo (un negocio). Normalmente, los congresos internacionales de calidad tienen tasas de aceptación inferiores al 40% y las revistas internacionales más prestigiosas por debajo del 20%. Sin lugar a dudas PLoS ONE es todo un buen negocio. ¿Pero no lo son todas las revistas internacionales? Lo más caro, investigar y escribir los artículos, les sale gratis. Más información sobre este asunto en, como no, Philip Davis, «PLoS ONE: Is a High Impact Factor a Blessing or a Curse?,» The Scholarly Kitchen, Jun 21, 2010. También en Hank Campbell, «Open Access And Good Citations: The PLoS Factor,» Science 2.0, Scientific Blogging, June 22nd 2010.
[Por los gritos de la gente, España 2 – Chile 0].
La ciencia es un negocio, las publicaciones científicas son un negocio y la medidas de la calidad de las revistas son otro gran negocio. Recientemente en Nature dedicaron un artículo a las métricas bibliométricas, su importancia y los problemas asociados a su abuso: Alison Abbott, David Cyranoski, Nicola Jones, Brendan Maher, Quirin Schiermeier, Richard Van Noorden, «Metrics: Do metrics matter?,» News Feature, Nature 465: 860-862, 16 June 2010 [el acceso al artículo es gratuito]. En España se dice que «hecha la ley, hecha la trampa.» Cualquier tipo de medida de la calidad científica, que no sea la lectura detallada de los artículos más relevantes del investigador y una entrevista con él para chequear que realmente es el autor de dichas publicaciones, está sujeta a la «ingeniería del curriculum vitae.» Un ejemplo típico es el número de publicaciones. En España para acreditarse a profesor funcionario hay un número de publicaciones fijado a nivel nacional que garantiza la máxima puntuación por publicaciones en el apartado correspondiente; más publicaciones no aportan más puntos, en dicho apartado. Muchos investigadores, en lugar de concentrarse en publicar artículos de calidad, dedican sus esfuerzos a maximizar su número de publicaciones. Publicar, republicar y rerrepublicar lo mismo una y otra vez, en revistas diferentes y con envíos relativamente simultáneos en el tiempo para que ningún revisor se de cuenta y no los eche para atrás. Hoy en día, desgraciadamente, muy habitual. O grupos de investigadores que firman todos los artículos de todos, maximizando el número de publicaciones, aunque en muchas de ellas ni se hayan leído el título del artículo. Y no exagero, muchas universidades españolas tienen sistemas informáticos que imprimen el CV en formato oficial a partir de las publicaciones de uno incluidas en una base de datos. Así que le imprimen a uno el CV sin que uno tenga que preocuparse de incluir los artículos que uno mismo ha firmado (si los ha introducido otro coautor). Hay muchos investigadores a quienes les lees un título de uno de sus artículos y son incapaces de saber si es suyo o no (y no digamos ya lo que se supone que ellos han contribuido a dicho artículo).

Una encuesta realizada por Nature a 150 investigadores sobre qué les parecen las métricas bibliométricas nos ofrece pocas sorpresas, pero hay que recordar que lo conocido, por conocido, no debe de ser callado. Alrededor del 70% de los científicos creen (saben) que las métricas se utilizan en la toma de decisiones para contratar a nuevos investigadores y para promocionar a los investigadores. Más del 63% de los investigadores no está satisfecho con cómo se usan las métricas en su universidad. Un gran descontento… [dice mi mujer que Chile ha marcado, luego España 2 – Chile 1, y que tenemos que cenar…].
PS: tras cenar y con gin tonic con pepino (en lugar de limón) en la mano me he enterado que no hubo más goles y que al final ambos clasificados para la siguiente ronda, España contra Portugal y Chile contra Brasil. Cosas del mundial. Amaral estará contento, los 4 primeros en su clasificación, Brasil, Argentina, España y Alemania, han pasado de ronda (acabo de comprobarlo, para no equivocarme). Suerte a todos…
PS (26 jun. 2010): al segundo y último gin tonic, además del pepino, le añadí unas gotas de Angostura…